Semblanza

El oncólogo amigo

El doctor De la Haba es uno de esos médicos que todos quisiéramos tener si la palabra cáncer se cruza en nuestra vida. Sabe cómo hacer emerger una activitud postiva e imprescindible frente a esta patología, enamora a sus enfermos en el sentido platónico de la expresión y camina a su lado para lograr una victoria compartida

El curriculum de Juan de la Haba Rodríguez (Córdoba, 1970) es un compendido de excelencia en el terreno profesional y bondad en lo personal. Es oncólogo del Hospital Reina Sofía desde hace 13 años, tiempo que ha sabido aprovechar muy bien para especilizarse en cáncer de mama y ser hoy día uno de los principales referentes nacionales en el tratamiento y los avances que se van produciendo en torno a esta enfermedad. Además es profesor de la Universidad de Córdoba y también ejerce como especialista en el Hospital San Juan de Dios de la ciudad.

A pesar de su juventud, a este puñado de virtudes hay que sumar una exitosa trayectoria como ponente y conferenciante en infinidad de congresos médicos relacionados con su especialidad, la autoría de más de un centenar de artículos científicos en publicaciones de prestigio y del libro 'Cómo vencer el cáncer' –una guía práctica sustentada en casos reales para entender la enfermedad, convivir con ella y superarla-. Además, como investigador es insaciable.

Como se ve, en su maleta profesional no cabe un alfiler, si bien su equipaje personal también rebosa. En lo más íntimo es un padrazo y como médico no puede ocultar la felicidad que le produce ser amigo y confidente de sus pacientes. Sabe cómo sacar lo mejor de ellos para superar la enfermedad. El lado humanista de la medicina tiene un fiel embajador en este oncólogo brillante. En su día a día prevalece el amor por la vida como uno de los pilares fundamentales en la lucha contra el cáncer.

Cuando alguien se cruza con esta patología, el doctor De la Haba tiene la virtud de saber tranquilizar, a él y su familia. "El optimismo es esencial si quieres curarte", suele argumentar. Por ello asegura que, diagnosticado de cáncer, "se puede vivir, cada día que pasa se puede vivir más, y se puede gozar de una calidad de vida suficiente como para llenar ésta de pleno contenido. Se puede vivir con la misma o más intensidad que aquellos que se consideran sanos".

Las muestras de afecto por parte de sus pacientes le llueven. En este oncólogo se apoyan muchos de ellos para seguir adelante, depositan en él su confianza. De la mano andan y desandan un camino difícil que con su compañía resulta mucho más fácil.