Revista interna cuatrimestral del Hospital Universitario Reina Sofía
Agosto 2012

Número 25

Revista El Reina Sofía

Reportaje

Una vida dedicada a los más necesitados

Durante 26 años, el hospital ha sido el hogar que ha permitido a Carmen García Gómez vivir al lado de los enfermos y familiares más necesitados, mientas que en su casa ha dado alojamiento y comida a centenares de familias con pocos recursos

Carmeli recibe el reconocimiento del hospital hace más de 25 años.

Carmeli recibe el reconocimiento del hospital hace más de 25 años.

Cuando cumplió 76 años, y después de su intensa dedicación a los demás, los médicos le aconsejaron descansar. De esto hace ya dos años. Ahora, para Carmen García Gómez (Carmeli), los días empiezan bien temprano y los llena de rezos, ejerce de sacristana en San Hipólito y pasa largos ratos con su vecina, leyendo y hablando con las numerosas personas con las que ha convivido a lo largo de su vida. Es una mujer que rebosa bondad como bien saben en el Hospital Reina Sofía, donde se ha pasado infinidad de días y noches acompañando a enfermos y familiares durante 26 años; periodo en el que también ha abierto su casa para centenares de personas necesitadas. A los profesionales del hospital también ha sabido buscarles un hueco dentro de su gran familia.

Durante todos estos años, Carmeli ha regalado techo, comida, amor y compañía a pacientes y familiares que necesitaban un hogar mientras se recuperaba tras pasar por el hospital. Su historia es una lección magistral de humanidad. Nació en Montilla, es la quinta de once hermanos y desde pequeña llevó a rajatabla la dedicación plena a los demás. Ingresó como religiosa primero con las Monjas Apostólicas y luego con las Hijas del Corazón de María –su ilusión siempre fue trabajar por los más pobres-. Poco después abandonó el convento para cuidar de su hermano Luis Javier, aquejado por una grave enfermedad. Permaneció interna junto a él en un hospital de Granada hasta que falleció seis años más tarde.

Esta vivencia y su contacto cercano con la pobreza, necesidad y falta de cariño que vio en el centro sanitario marcaron su vida. Tanto es así que este hecho y el posterior fallecimiento de sus padres fueron el germen de su labor de voluntariado en el Hospital Reina Sofía desde mayo de 1986 hasta hace bien poco. Fue la encargada de recoger en su domicilio a la familia del primer trasplantado de corazón. Empezó poniendo su piso al servicio de familiares y enfermos y más tarde se responsabilizó de la gestión de tres viviendas más repartidas por Córdoba y por las que han pasado durante estos años miles de personas de nacionalidades, cultura y religiones muy diversas.

Carmen García con una de sus sobrinas.

Carmen García con una de sus sobrinas.

La enfermedad de sus padres le llevó a conocer a muchos médicos del Reina Sofía y a ellos les expuso su idea de compartir el piso que sus progenitores habían comprado para ella años atrás en el Parque Cruz Conde. Se lo planteó a Manuel Concha, José Anastasio Montero, José María Arizón y Federico Vallés, que andaban inmersos en los preparativos de un hito que pondría el hospital cordobés en el mapa sanitario nacional: el primer trasplante de corazón. Les dijo que tenía un piso y quería ofrecerlo y compartirlo con las familias de los enfermos que se encontraban solos. Los profesionales sanitarios querían seguir muy de cerca a las personas trasplantadas después de recibir el alta y la casa de Carmeli se convirtió en su hogar durante su estancia cordobesa.

Una gran familia

Recuerda que cuando los pacientes cumplían su primer año como trasplantados lo celebraban con una tarta y cantando cumpleaños feliz. Ella, los profesionales del hospital y los primeros trasplantados de corazón formaron una gran familia. Llegaba a dormir junto al teléfono por si la avisaban y tenía que acudir rápidamente al hospital. Junto a los buenos momentos también llegaron los malos, pues en ocasiones pasaba largas horas en el mortuorio del hospital, le tocó preparar entierros e incluso acompañar a personas solas en un taxi detrás del difunto.

En el último tramo de su generoso voluntariado, Carmeli encontró entre las trabajadoras sociales del hospital grandes amigas y aliadas, con ellas valoraba qué casa adjudicar a cada paciente. Asegura que le costó mucho dejar el hospital hace dos años, ya que ha sido muy importante en su vida. Entre otras muchas cosas, aquí ha sido consciente de la importancia de compartir, de despojarse de lo propio y entregarlo a los demás y de comprobar que la gente necesita muchas veces, más que dinero, un apretón de manos o una mirada.

A pesar de todo, ella afirma que ha recibido más de lo que ha dado –y sigue dando-. Conserva muchas fotografías con los enfermos del hospital, que cada uno de ellos ocupa un hueco en su inmenso corazón y con los que luego ha compartido muchas celebraciones importantes. Escuchando a la gente descubrió que, quien entra en el hospital, sale con unos valores positivos totalmente cambiados, dando peso a lo que realmente merece la pena. Todas las personas a las que ha acogido la han respetado siempre.

La consejera de Salud participó en el reconocimiento por su colaboración con los trasplantes.

La consejera de Salud participó en el reconocimiento por su colaboración con los trasplantes.

La labor de Carmeli ha merecido distinciones diversas tanto por parte del hospital como de otras instituciones. El complejo sanitario reconoció su dedicación con motivo de la celebración del 25 aniversario del centro, así como su colaboración con la actividad trasplantadora en la conmemoración de los treinta años de esta actividad en el hospital, entre otros. Además, cuenta con el premio extraordinario Averroes de Oro 2007 Ciudad de Córdoba a los Valores Humanos y la Concordia y el premio en defensa de los valores humanos concedido por la Fundación Social Universal de Montilla. En su corazón sigue palpitando el agradecimiento de los pacientes, familiares y profesionales del Reina Sofía, que no se olvidan del encomiable ejemplo de Carmeli. Muchos de los enfermos de fuera que recibieron atención en este complejo sanitario encontraron en ella su ángel de la guarda.

Consejería de Salud

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