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La Unidad de Tratamientos Ambulatorios del Reina Sofía aplicó cerca de 3.000 terapias en el último año

Las tres profesionales de Enfermería que trabajan en este espacio suman a su tarea asistencial de alta cualificación una importante labor psicoterapeuta que ayuda al paciente a enfrentarse mejor a su enfermedad

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La Unidad de Tratamientos Ambulatorios (UTA) del Hospital Universitario Reina Sofía administró durante el último año casi 3.000 terapias, que aplicaron a enfermos hematológicos, de medicina interna, digestivo, neumología, infecciosos, neurología, trasplante renal, cardiología y nefrología.

Esta unidad, situada en el Hospital General, abrió sus puertas hace nueve años para dar cobertura a la demanda de pacientes hematológicos que precisaban de un espacio donde recibir tratamiento ambulatorio y tiene capacidad para atender a cuatro pacientes a la vez. En este espacio, que ya se ha convertido en una unidad que atiende a profesionales de otras especialidades, trabajan las enfermeras María Luisa Varas Fabra y María del Carmen López González y la auxiliar María Jesús Jiménez Espejo.

Los pacientes trasplantados o que están a la espera de un trasplante de médula ósea, con linfomas, anemias agudas y hemopatías malignas son los que principalmente se atienden en la UTA, a los que también se suman pacientes con enfermedades raras como la de Gaucher y esclerudermia, esclerosis múltiple y trasplantados renales y hepáticos, entre otros.

Estas profesionales, que se reparten en dos turnos para administrar las medicación prescrita a estos pacientes en horario de 8.00 a 22.00 horas de lunes a viernes, son las responsables de administrar una amplia variedad de tratamientos que se prolonga desde los 30 minutos hasta las 6 horas. A este trabajo en equipo de alta cualificación y sensibilidad se suma el importante apoyo psicosocial y terapéutico que ofrecen a unos pacientes que se encuentran en situaciones muy delicadas y les ayudan a asumir mejor su enfermedad.

El trabajo que desarrollan, explicó María Luisa Varas, permite que desciendan los niveles de ansiedad del paciente que precisa este tipo de asistencia ambulatoria porque “se siente protegido, se le da calor como en casa gracias a una relación basada en la comunicación, la escucha, la sensibilidad, la empatía y el apoyo que favorece el alivio del dolor y la disminución del sufrimiento físico y moral”.

En definitiva, “intentamos hacer compatible el bienestar con la gravedad de la enfermedad y fomentar en ellos una actitud positiva, ya que el desencanto y la angustia que es frecuente en este tipo de pacientes puede ser más grave que la propia patología”, continuó la enfermera.

Por su parte, María Jesús Jiménez manifestó que a muchos de estos pacientes “les atendemos en la etapa final de su vida y eso es muy importante”, por lo que “nos volcamos y depositamos el máximo esfuerzo para que si el enfermo llega triste salga riendo después de haber recibido el tratamiento”.

En cuanto a los tratamientos que reciben –por vía intravenosa o catéter central- cabe destacar una quincena de los mismos entre los que se incluyen transfusiones de concentrados de hematíes y plaquetas, antivíricos, anfifúngicos, antibióticos, citostáticos, inmunoglobulina, enzimas, anticuerpos monoclonales, hemocromatosis, corticoides, flebotomías y limpieza de catéteres centrales.

Por este espacio, que en los últimos años ha registrado un aumento creciente en el número de pacientes atendidos, pasan enfermos a partir de los 14 años y el perfil que más se repite es el de personas mayores y dependientes.

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