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La nueva Unidad del Dolor agudo del Reina Sofía ha atendido a más de 700 pacientes en los primeros ocho meses

Esta nueva prestación ha logrado reducir y controlar el dolor agudo en enfermos postquirúrgicos y el descenso de la estancia media en cirugía

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El responsable de la UDA, Francisco Gómez Armenta, destacó “la importancia de esta prestación que permite reducir o eliminar el dolor cuando la analgesia convencional no es suficiente mediante el empleo de técnicas especiales a pacientes que acaban de ser intervenidos en el periodo que transcurre entre las 48 y 72 horas posteriores al acto quirúrgico.

Las ventajas de este nuevo servicio son mayor confort y satisfacción a los pacientes hospitalizados al permitir el control del dolor, la reducción del número de complicaciones tras la cirugía y el descenso de la estancia media de los pacientes intervenidos quirúrgicamente, ya que el dolor no tratado prolonga el tiempo de ingreso hospitalario, explicó Gómez Armenta.

Este facultativo especialista en Anestesia subrayó que “quiénes más valoran este trabajo son aquéllos que ya habían sido intervenidos antes sin recibir los tratamientos posteriores de la UDA, ya que estos enfermos son quienes realmente saben el dolor que se evitan”.

Cirugías más dolorosas

La cirugía de tórax, abdominal alta, traumatología y cardiovascular son las principales intervenciones que motiva la demanda de estas técnicas, a las que se suman el empleo de catéteres en curas dolorosas, el abordaje de pacientes con úlceras, amputaciones o isquémicos y, prosiguió el anestesista, cada vez se aplican a más pacientes de radiología intervencionista con dolor agudo.

En esta línea, Gómez Armenta añadió que pretenden extender estas técnicas a la totalidad de las especialidades quirúrgicas que lo necesiten al área de Urgencias y, en general, a todos los pacientes hospitalizados que lo demanden con el fin de dar solución al dolor agudo que puedan sufrir los enfermos hospitalizados.

Las vías más frecuentes de aplicación de los fármacos (mórficos y anestésicos locales sobre todo) son la intravenosa y la epidural y, en cuanto a las técnicas destacan la perfusión continua (se dosifica la terapéutica), la analgesia controlada por el paciente (PCA, que consiste en una bomba con medicación dosificada para que la pueda ir administrando el propio paciente) y los bloqueos nerviosos periféricos.

Gómez Armenta explicó que esta medicación se aplica en la sala de reanimación, a la que llegan los pacientes tras ser intervenidos y aquí se ajustan las dosis correctas para evitar posibles efectos secundarios. Una vez que el paciente pasa a planta “se les hace seguimiento durante las próximas 48 a 72 horas e incluso más, periodo clave en que suele producirse el dolor agudo postquirúrgico más importante y a partir de este momento el médico responsable del paciente será quien se ocupe de administrar los analgésicos necesarios”.

Medición del dolor

Para medir el dolor de los pacientes en la UDA se emplea la escala EVA (escala analógica visual) que sitúa en cero la mínima sensación de dolor y en diez la máxima y, en este sentido, los profesionales de esta unidad alcanzan su objetivo cuando el dolor se reduce a tres puntos o menos, según dicha escala de medición, ya que por debajo de tres el paciente está bien controlado.

En la Unidad de Dolor Agudo trabajan cinco anestesistas, además del responsable de este nuevo área, que son Virtudes García Huertas, Inmaculada Herrador Montiel, Dolores Fernández Valls, Manuel Belmonte y Valle Blázquez, además de la enfermera Francisca Moreno Abarca.

El principal objetivo de la UDA, de reciente implantación en los hospitales, es considerar el dolor como una parte esencial del tratamiento y del paciente y, por ello, mejorar la calidad analgésica postoperatoria, no sólo por razones humanitarias y de calidad asistencial, sino para conseguir un mejor curso después de la intervención en los enfermos, cada uno de los cuales requiere un tratamiento individualizado en cuanto a la dosificación y vía de administración de fármacos.

Finalmente, el Reina Sofía también cuenta con una Unidad del Dolor que está situada en el Hospital Los Morales y comenzó a funcionar en 1994. Los problemas más frecuentes que llevan a los pacientes (no hospitalizados y que ya ha agotado otras medidas terapéuticas) a acudir a dicha unidad son dolores neuropáticos y osteomusculares, aunque en menor medida también se tratan patologías oncológicas, vasculares y cefaleas, entre otras.

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