La Cirugía Mayor Ambulatoria (CMA) constituye hoy día uno de los pilares básicos en la asistencia de los pacientes quirúrgicos. Su desarrollo en los últimos años la ha consolidado como un procedimiento imprescindible para mejorar la atención de una población que exige soluciones eficaces a su demanda quirúrgica. Sus beneficios son claros para los pacientes: menor demora en ser operados, procedimientos quirúrgicos técnicamente más precisos y menos dolorosos, postoperatorios más simples, menor tiempo fuera de su ambiente familiar y una más rápida incorporación a su actividad habitual.
Desde el punto de vista social ha significado un cambio importante por cuanto el periodo de baja laboral es menor y se reducen muy notablemente los costes del proceso lo cual redunda en una distribución de los recursos de forma más equitativa. Las listas de espera quirúrgicas se han convertido en algo que trasciende del ámbito puramente de la gestión para ser un elemento de gran repercusión social.
Para los cirujanos ha significado un cambio notable tanto en la distribución de sus actividades como en sus técnicas. La cirugía ha girado hacia procedimientos menos dolorosos, menos traumáticos, uso de prótesis, cambio en los anestésicos locales, cambio en la pauta analgésica y un sin fin de diferencias con su labor clásica y todas ellas encaminadas a una mejor recuperación del paciente.
Para los médicos de Atención Primaria (AP) también supone un importante cambio puesto que entran de lleno en el proceso de asistencia a éstos pacientes tanto en el pre como en el postoperatorio.
Todo lo expuesto nos obliga a trabajar conjuntamente cirujanos y médicos de familia para lograr que la CMA sea un procedimiento seguro para el paciente.
Con el fin de facilitar un trabajo integrado de los dos estamentos se han elaborado estos protocolos de actuación que necesariamente tienen que ir siendo mejorados con el paso del tiempo a medida que las necesidades lo exijan y se incorporen nuevas patologías.
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